Ayer 28 de agosto nos dejó Concepción Hernández Piedra, Conchi.

Todas las pérdidas de personas son dolorosas, pero en el caso de Conchi, lo es especialmente. Nadie ha quedado indiferente a su adiós.

Permitid que nos extendamos un poco en explicar cosas de Conchi. Vale la pena.

A Conchi la conocemos desde hace 11 años, desde los inicios de Tres Magnolias. Conchi acompañaba diariamente a su marido José, que residía en nuestro centro. Cada día le visitaba, le cuidaba, ayudaba a las auxiliares en sus tareas diarias. El día que Conchi no podía venir, se notaba su ausencia. Todos la notábamos.

Conchi necesitaba muy poco para sentirse bien: una frase amable, una caricia, un guiño. Cosas pequeñas, para otros insignificantes, a las que Conchi daba mucho valor.

Se volcaba tanto en ayudar a los demás, tanto, tanto, tanto, que ese año que Conchi nos ayudaba con su amabilidad habitual, Tres Magnolias le entregó un modesto lote de Navidad como agradecimiento por su entrega. Como a todos los trabajadores.

El tiempo pasó y José, su marido, nos dejó, pero el contacto con nuestra Conchi continuó. Primero asistía a nuestro centro solamente durante el día para pasar, con el tiempo, a convivir con nosotros en Tres Magnolias. Pasaban los años y la enfermedad  implacable la postró en una silla de ruedas. Desde esa silla, cuando ella observaba que necesitabas un golpe de mano,  te ofrecía: «¿Le ayudo?». Desde su silla de ruedas.

Esta era Conchi. todo entrega a los demás. Y esa huella, ese recuerdo nos deja para que la recordemos como lo que era: una mujer buena.

Hace pocos días, estando Conchi convaleciente en la cama de nuestro centro, su hija Esperanza explicaba que recibir aquel lote de Navidad, aquel modesto lote,  lo recordaba con frecuencia y con mucho cariño. Lo consideró un reconocimiento que la hizo muy feliz.

Sorprende que un hecho tan «insignificante» para unos tuviera tanta importancia para Conchi. Pero ella era así: daba mucho valor a cosas muy pequeñas. Quizá daba valor a los importante.

No hace 24 horas que nos dejaste y ya te echamos de menos Conchi.

Un abrazo