Este lunes hicimos un ensayo de «cata» de productos que irán destinados a la barbacoa que celebraremos en próximos días.
Consistió esta cata en tomar una muestra de chorizo criollo, butifarra, morcilla, longaniza y panceta. Un grupo de nuestras abuelas se ofreció a hacer un trabajo concienzudo y crítico para determinar la calidad de las materias primas empleadas 😉
Apretaba el calor, y a la hora de la comida, además de ganas de comer había mucha sed…
Preparamos primero una sangría de cava (para empezar). La cantidad de cava en la sangría la escogieron ellas mismas con precisión matemática: «Posa-ho tot! Posa-ho tot!», repetían al unísono mientras vertíamos el cava en la jarra. Así se repitió la operación en dos ocasiones.
Otras, aunque no participaron directamente en la cata, se acercaron con curiosidad al grupo y extendían la mano con su vaso para que se lo llenásemos una y otra vez con cava.
Bueno, para tranquilidad de los familiares, todo acabó bien. No hubo sobresaltos y durmieron…bien, como siempre. Unas más y otras menos.
Ah! y dijeron que todo estaba bueno, pero la pancita un poco dura. O sea que no habrá panceta.
Que lo sepáis